Todo empezó en Nicaragua en 2002. Motivado por mi afán por adquirir experiencia en la práctica dental, ya que la formación que estaba recibiendo en aquel momento en la facultad me parecía insuficiente (mis disculpas a aquellos profesores que sí se lo curraban), decidí embarcarme en un proyecto de ayuda humanitaria.
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No sabía dónde me estaba metiendo, pero pronto la experiencia nos sorprendió a todos los que participamos, marcándonos para el resto de nuestra vida. Fue un mes de auténtica felicidad. Nos llamaba tanto la atención el ambiente que se respiraba, que no parábamos de filosofar sobre la vida, sobre lo mucho que tenemos y lo poco que sonreímos.

Está claro que viajar es siempre algo que alegra la vida pero allí era diferente, por primera vez nos sentimos realmente útiles y sentimos el agradecimiento sincero de personas que nunca antes habían visto un médico o parecido. También contribuyó el hecho de coincidir con gente que comparte la misma profesión, aunque he de decir que el viaje de fin de curso con compañeros de la facultad reunía estas dos características (viajar/compañerismo) y la experiencia fue totalmente diferente.

A partir del viaje a Nicaragua decidí que cada año participaría en un proyecto similar, pero pronto me introduje en el “maravilloso” mundo laboral, que te va ahogando tan lentamente que no te das ni cuenta, y el sueño empezó a esfumarse, para acabar muriendo con mi decisión de abrir una clínica dental propia.

Hasta que llegó el año 2007 y con él un viaje de vacaciones a Brasil. Tras largos años de “letargo”,  de repente recordé esas sonrisas, valores y principios que de algún modo habían quedado olvidados en el cajón. Decidí vender la clínica y sumergirme de nuevo en la ayuda humanitaria.

Tras dirigir varios proyectos en  Camboya y Nepal para “Dentistas sin Límites”, aprendiendo del gran “Paco”, el Dr. Francisco Rojas Caballero, al que debo gran parte de lo que soy hoy en día, me di cuenta de que estaba dejando de lado otra de mis grandes pasiones: el surf.
En Madagascar, surfeando en uno de los sitios más maravillosos que había visitado en mi vida (no diré el nombre para que siga siéndolo), comprendí que se podían hacer las dos cosas, y fue así como nació SMILES, de la idea de combinar la ayuda humanitaria con el mar.

 

Actualmente estamos ultimando los detalles de nuestro proyecto actual en Cabo Verde, del que podéis encontrar información en este link Proyecto Dental 2016

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